El diseñador de interiores se ocupa principalmente de hacer un ambiente confortable desde el punto de vista estético. Por ejemplo, se ocupa de la elección de los objetos, los colores de las paredes o cuadros, la estética de una lámpara de araña o un cojín a juego con las cortinas.
En cambio, cuando hablamos de interioristas nos referimos a algo mucho más amplio. No se trata sólo de embellecer un ambiente, sino sobre todo de hacerlo práctico, funcional y confortable.
A través de una serie de preguntas, un diseñador de interiores es capaz de comprender los gustos, preferencias, pasiones, personalidad, intereses y necesidades de los clientes, creando un ambiente a la medida de quienes realmente vivirán en esos espacios.

Gracias a sus conocimientos de arquitectura, diseño, psicología e historia del arte, cuida con esmero todos los detalles: desde las dimensiones de los muebles hasta el respeto por el espacio, desde el mobiliario hasta la calidad de los materiales. Los accesorios de decoración, los electrodomésticos y la iluminación también son aspectos considerados en un proyecto, porque contribuyen a que el espacio habitable sea armonioso y funcional.
No se trata solo de hacer que tu hogar sea cómodo y bonito, sino también restaurantes, hoteles, comercios, oficinas e infraestructuras públicas, para emocionar y satisfacer plenamente las necesidades de tus invitados y hacerles vivir una experiencia de inmersión total.